Cada día tenía más claro que de un momento a otro y sin avisar a nadie cogería un avión y empezaría una nueva vida muy muy lejos de aquí, Nueva York. La ciudad de las luces, el baloncesto, la libertad...
Una nueva oportunidad para olvidar, para empezar, para conocer.
Pero de momento no, de momento seguía con mi vida aquí en Madrid. Como cada noche de verano salí solo con mis auriculares a tope a correr por las calles de extrarradio. Ahí te podías encontrar de todo. Desde el más solitario de los hombre (como era yo), hasta la más unida familia, en el que el padre hace el papel de padre y la madre el papel de madre junto con los niños que hacen el papel de niños, pero que al fin y al cabo son personas que se quieren de una forma u otra.
El aleatorio de mi móvil se puso en mi contra y empezó a sonar "Niebla". Todo absolutamente me recordaba a ella.
Como decía la canción, se fue, y eché de menos todo sobre ella, absolutamente todo.
"Echarás de menos hasta su caminar, su despertar, su forma de hablar. Su mal humor, su estar mejor, su pelo y su voz"
Y después de un mes recordé su ojos azules, su piel casi tan blanca como la nieve, el pelo más suave que había tocado nunca y su forma de hacer las cosas.
Me senté en un banco más cansado de pensar que de correr, pero seguí pensando. Hasta que una voz que hacía tiempo que no me resultaba familiar me interrumpió.
-Señor Martínez.-revolvió mi pelo, la mire, sonrió y se sentó a mi lado.-
-Anna...
-Estás desaparecido últimamente.-no contesté, no tenía fuerza.-¡Dame dos besos o algo!-
Se me hicieron los segundos interminables, y sin pensarlo, la rodeé con mis brazos. No sé cuánto duró ese abrazo, solo sé que lo necesitaba. Necesitaba tenerla cerca de mí.
Conseguí mirarla a los ojos y hablar:
-¿Cómo tú por aquí?
-Fui a despedir a Lucho al aeropuerto, se volvía a Barcelona. Ha estado pasando aquí unos días. Y he dicho "pues voy a dar un paseo tranquila y así descanso".-sonrió.-¿Y tú?
-Yo he salido a organizar mi cabeza pero es demasiado difícil.-sonreí.-
-Martínez, nunca te había visto pensando en tu futuro... ¿tú no eres de los que no piensa en lo que vendrá sino que vive lo que es?
-Ya pero es que últimamente veo que no es... que no es nada.-se hizo el silencio y por unos segundos imaginé que ese sería el final de nuestra conversación.-Anna.
-Dime.
-Creo que me voy a ir a vivir a Nueva York.
-¿QUÉ?-se puso en pies y tras dar unos paseos reaccionó.-No puedes hacer eso Dani. Aquí está tu vida, tu trabajo, tu familia, tus amigos. No, no puedes irte.
-Pero es que no veo sentido a seguir así.-hizo que me pusiera de pie tirando de mis brazos.-
-¿Qué dices? Tienes miles de personas que te idolatran, tu familia te adora y te quiere, y nosotros también. No puedes irte. Tu has salido de cosas mucho más difíciles que esto.
-¿Pero tienes idea de por lo que estoy así? ¿de por qué llevo un mes sin hablar con nadie, sin salir más que a correr yo solo, sin pasar por León?
-Cris me dijo que lo habíais dejado.
-Ya pero no tienes ni idea, Anna. No sabes nada.
Y ahí fui cobarde. Fui cobarde al no explicarle la verdad, fui cobarde por haberme enfadado con ella cuando ella no tiene la culpa de nada por lo menos no directamente. Ella no hizo nada, ella solo me dijo cosas que cualquier persona estaría deseando escuchar cada día y yo la traté así. Fui cobarde al salir corriendo y correr hasta mi casa tan rápido como nunca había corrido. Fui cobarde al encerrarme en ella y no salir en media semana y fui cobarde cuando tuve claro que iba a empezar de cero, muy lejos de Madrid.